miércoles, 13 de septiembre de 2017

Brecha Generacional

 Hace 3 años atrás iba conduciendo acompañada de mi hija que recién estrenaba la mayoría de edad. Veníamos enfrascadas en una conversación acalorada sobre un hecho político en el que no estábamos de acuerdo cuando de pronto me dijo:

-¡Lo que pasa mamá, es que tu generación está cagada de miedo y eso les impide ver que lo que protegen a rabiar es una seudodemocracia!

 -¡Cómo puedes decir eso! - respondí molesta - mi generación sacó al dictador dije con aire de superioridad

-Tu generación sacó al dictador- replicó ella -pero el miedo los inmovilizó a tal punto que siguen temiendo subvertir el orden que lograron, el orden que no es más que el mismo neoliberalismo que impuso el dictador que sacaron. Si poh mami, sacaron al dictador, pero siguieron viviendo en el mismo modelo que él impuso-

Me quedé en silencio pensando lo que esta chiquilla pará en la hilacha me decía, fruncí el ceño, sin duda ella no tenía idea de lo que hablaba.

-¿Qué sabes tú de miedo si sales en la mañana a la Universidad segura y te juntas con quien quieras y opinas de lo que quieras?- Le dije sarcástica

-¿Y eso que tiene que ver mamá?- respondió

-Me dices que mi generación está cagada de miedo y claro, nosotros salíamos a estudiar y veíamos cada mañana en la entrada del metro a militares metralleta en mano y cara pintada de guerra ¿no es eso inmensamente amedrentador? Nosotros hablábamos bajito y solo con algunos muy confiables (no fuera cosa que llegara a ser sapo). Tú y tu generación no saben lo que es eso - Repliqué sin sacar la mirada del camino.

-Con eso solo me das la razón mamá- insistió ella

 -Mira Valeria, nosotros nos juntábamos a escondidas para confabular contra el dictador y soñar con un país libre. Derrocar al dictador era nuestra consigna diaria y todo lo demás pasaba a segundo plano ¡TODO!  ¿entiendes? Los carretes, el amor, la carrera, eran temas y actividades paralelas y secundarias al objetivo que nos hermanaba. ¡Claro que teníamos miedo! Mucho miedo, pero lo vencíamos porque de alguna manera sentíamos que estábamos colocados en un tránsito histórico y la responsabilidad que eso significaba. Vencimos ese miedo, si no fuera así, aún estaríamos en dictadura- le expliqué

-No lo vencieron mamá, solo derrocaron al dictador, tremenda hazaña, pero eso no bastaba para el sueño que tenían, ¿tanto te cuesta aceptarlo?, un poquito de humildad por favor- respondió ella categórica

No contesté, seguimos el camino un buen rato en silencio, yo seguía molesta, pensaba ¿Cómo puede decir que mi generación está inmovilizada de miedo alguien que nunca ha sentido el miedo a expresarse libremente?

-Mi generación creció hablando bajito porque “las paredes tienen oídos” decían las mamás. Mi generación creció  con noticias e historia oficial de la cual no se podía disentir. Mi generación creció haciendo correr revistas clandestinas, o haciendo silencio en la noche para escuchar la radio en onda corta que el papá o la mamá después de mucho lograban sintonizar. Tú y tu generación no saben lo que es eso, ¡no saben lo que es el miedo colectivo!- Le dije concluyente y continué

-Yo misma crecí sabiendo del amigo de mi papi que se llevaron la noche anterior y del cual no se sabía el paradero; del papá de la Cecilia al que sacaron del hospital un día y fusilaron al otro; de la tía de la Pasi que está enferma y no habla con nadie porque la torturaron hasta casi matarla. ¡Crecí con el miedo a que llegaran a buscar a mi papi!.

 ¡Hubo tantas tardes de dientes apretados de rabia y lágrimas de impotencia recorriendo mi rostro de adolescente censurada!

Tanta memoria que aún hoy me duele y quiebra mi templanza…

Mi soliloquio terminó de forma abrupta cuando al doblar en una calle divisé a un carabinero que levantó su mano y me hizo parar. Un nerviosismo inexplicable se apoderó de mí. Me estacioné torpemente y bajé la ventanilla con respiración agitada.

-Buenas tardes, sus documentos por favor- dijo el carabinero
Sudor de manos, latidos cardiacos a mil, buscaba los papeles con la angustia del que espera la guillotina sobre su cuello. ¿Por qué?

Yo tenía mi revisión técnica, seguro, permiso de circulación y licencia de conducir, además sabía que no había cometido ninguna falta. Aparentemente no había motivo para ponerme así, y sin embargo, siempre me pasaba lo mismo en esa situación, claro que no me detenía en ello, lo vivía como si fuera algo normal. Aunque no lo era.

El carabinero revisó mis documentos. Por el espejo retrovisor vi que contrastó la patente del auto con el padrón, volvió hacia mí.

- Es una revisión de rutina- dijo el carabinero y me devolvió los documentos. –Puede seguir no más-

Continué mi trayecto pensando en la razón de ese nerviosismo cuando de pronto, como balde de agua fría la verdad se mostró prístina ante mí y tuve que aceptarlo.

- Transitar 17 años en el terror deja la secuela del miedo impregnado en la piel, y aflora como acto reflejo ante el más mínimo recuerdo, como ahora frente al carabinero, aunque no hayas hecho nada. Cierto, nos concentramos en derrocar al dictador, y tal vez derrochamos ingenuidad pensando que eso era suficiente para vivir nuestro sueño de país libre- le respondí con los ojos húmedos.

-Tal vez sea que nos gastamos toda la energía juvenil en eso, no nos alcanzó para más- le dije y me eché a llorar

Mis ojos nublados y un nudo en la garganta me obligaron a estacionar.

Mi hija tomó de mi mano, hizo además de decir algo y sin embargo solo puso su cabeza en mi hombro.

Afuera hacía mucho calor, casi se podía ver reverberar el sol en el asfalto. Nos quedamos así mucho rato, como temiendo interrumpir ese momento, hasta que tomada de su mano decidí empezar a respirar futuro.

-Es cierto Valeria, mi generación está cagada de miedo- le dije sin mirarla y respiré hondo