lunes, 20 de agosto de 2012

Con el Demonio Al Volante


Hay un tema que desde hace tiempo me da vueltas, tiene que ver con la forma en que nos relacionamos con los demás al manejar, y donde en mi opinión mayormente “mostramos la hilacha” y aparece ese energúmeno que llevamos dentro. No sé por qué  extraña razón sucede que al estar al volante el demonio mete la cola (según diría X. Ossandón) y se exacerban todos los defectos. Dicho cambio temo, es una transfiguración, es decir una transformación que implica un cambio de forma de modo tal que revela la verdadera naturaleza.
Bueno, producto de mis observaciones empíricas he clasificado las personalidades ocultas que afloran frente al volante en las que detallo a continuación:

1.- El Coprolálico:
Creo que nunca he visto más improperios lanzados al prójimo que observando y escuchando a diversos choferes. Estos improperios son de todos los tipos, verbales, físicos y muuuuchos de pensamiento.  Se lanzan al chofer del auto del lado que lo va adelantando, al taxista que paró de pronto adelante suyo, al peatón que cruza corriendo por un paso que no es de cebra, a la viejita o al minusválido que demora 5 minutos en cruzar la calle, obviamente que al chofer de la micro que no le cedió el paso, pero también al que quiere cambiar de pista, en fin, parece que el lema es putear a cuanto transeúnte o automovilista ose acercársele. Apuesto a que en su casa no dice tanto garabato como frente al volante, ¿por qué? ¿Es acaso que dentro de su nave se siente refugiado y con derechos para putear al mundo?

2.- El Individualista
¿Cuántas veces le ha pasado estar a la salida de un estacionamiento, o boca calle tratando de entrar en la fila de automóviles que pasan frente a usted y nadie le deja entrar?
Pareciera que todos los conductores por arte de magia están ciegos o con una tortícolis tan extrema que no pueden mirar hacia el lado. O tal vez sea una amnesia pasajera que les impide recordar cuando ellos han estado en ese mismo lugar, esperando que alguien “les de la pasá’ ” ¿por qué esta actitud? Si pasáramos intercaladamente todo fluiría mejor…

3.- El Irrespetuoso:
Todo conductor ha vivido un taco y sabe por cierto lo cansador y estresante que puede ser, más aún un taco carretero, de vuelta de las vacaciones, con los niños preguntando cada 1 minuto ¿cuánto falta para llegar?. En esos momento lo único que uno quiere es llegar pronto a su destino, ¡¡que avance el maldito taco!! Y empezamos a desear con todas las fuerzas que exista la tele transportación, pero prontito viene la resignación… en esos pensamientos está usted cuando de repente mira hacia el lado y ve al IRRESPETUOSO pasar rajado adelantando por la berma. Este indeseable personaje (no tengo dudas que es el mismo que se cuela en las filas) no tiene ni la más mínima consideración con el resto de los conductores que estoicos avanzan según el taco se los permita. Nooooo, este personaje se pasa a todos por donde ya sabe, no le importa nadie más que él, tiene cero sentido de lo colectivo y para más remate aumenta el taco, porque forma adelante el tremendo cuello de botella. Confieso que a este indeseable personaje no lo soporto, y a este sí que jamás “le doy la pasá’ “ cuando quiere volver a la fila.

4.- El impaciente bullicioso:
Tal parece es en los tacos donde se pone a prueba de qué estamos hechos. Lo cierto es que todos los que van en el taco quieren avanzar, yo parto de esa base, no creo que hayan sacado el auto para estacionar al centro de la calzada… y si todos quieren avanzar, ¿para qué toca tanto la bocina? ¿Creerá este energúmeno que la vibración del estridente sonido de la bocina tendrá la magia de hacer fluir el tránsito?  Lo peor es que cuando este energúmeno aparece pegándose a la bocina, todos sus hermanos le responden y suena entonces el más horrible de los conciertos de bocinazos, alterando la poca paz que nos va quedando… estos señores impacientes y bulliciosos me caen mal, no me gustan, no quiero su contaminación acústica. La bocina es un elemento que ojalá nunca tengamos que tocar, es sólo para una real emergencia.

5.-  El Egoísta:
¿Le ha pasado llegar a un estacionamiento y no poder estacionar porque varios de los que llegaron antes dejaron sus autos en medio de la línea de demarcación? Este es un energúmeno que he denominado el Egoísta porque cuando se estaciona sólo se preocupa de quedar bien él, y no piensa en los llegarán después y quedarán sin espacio porque él todo canchero (o mal conductor) se estaciona al medio, ocupando 2 espacios. Estos tipos que tienen esa recurrente actitud parecen estar pidiendo que alguien les desinfle una rueda como escarmiento, confieso que lo he pensado…

6.- El Mala Leche:
Este es el despreciable energúmeno que se estaciona en el espacio demarcado para minusválidos y le da exactamente lo mismo. Nada que decir, soy capaz de ponerme coprolálica si lo pillo.

7.- El Avasallador:
Este definitivamente tiene un problema de personalidad… como para aconsejarle “HAZTE VER” ¡no soporta tener un auto adelante! Necesita pasar adelante, y este sentir se le vuelve una obsesión tal que hace todo por adelantar y una vez que lo logra sigue con el siguiente y así sucesivamente hasta que llega a destino, no sin antes haber hecho pasar susto a cuanto conductor tuvo la mala pata de ir más adelante en su camino, porque el avasallador no tiene miramientos y hará cualquier cosa por adelantarlo. ¡¡A este señor hay que tenerle miedo!!

8.-  El Sádico:
Dícese del conductor que siente placer al pegarse del auto que va delante, y no solo eso, hace rugir el motor detrás y si es de noche más goza porque añade sadismo poniendo las luces altas. Ojo, que no es el mismo tipo del N°7, este no necesariamente quiere adelantar, como dije, él goza de ponerlo nervioso a usted. Realmente es un personaje indeseable.

9.-  El Estridente:
A este gusta de la música alta, y contra más decibeles tenga su radio mejor. Escucha la música a todo shancho, lo que es su elección, claro, pero, ¿es necesario que lleve las ventanas abiertas? A mí me gusta mi silencio o mi música, ¿por qué él se siente con derecho de invadirme con su musiquita estridente? (que la mayoría de las veces no es de mi gusto) Estoy segura de que este es amigo del bullicioso, y ambos deben ser de los que en el metro ponen su ipod tan fuerte que aunque vayan con audífonos todos vamos obligados a escuchar su TUM TUM TUM TUM.

10.- El Aparentador:
Termino con este personaje porque más que indeseable, a mí me da pena. Este es el que se compra un auto bien graaaande y bacán solo para minimizar su inseguridad, lamentable, el tipo lo tiene chico… y el tamaño de su miembro lo inseguriza de tal manera que cree puede suplir el hecho en cuestión con un auto grande. Ha escuchado que a las mujeres le gustan los hombres con auto… pooobre,  lo más probable es que encuentre algunas que se suban con él, pero no lo van a querer nunca por sí mismo, solo espero que alguna vez entienda que el tamaño lo puede suplir no con un auto, si no con una mejor performance, la que de verdad, lejos, se agradece mucho más que un contundente tamaño (según me han contado).

Estoy convencida que la esencia de las personas no se puede esconder, y que en cada una de las acciones cotidianas vamos mostrando lo que en verdad somos, y por cierto, con el tiempo siempre se nota, siempre terminamos por  “mostrar la hilacha”. ¿Se ha reconocido en alguno de estos personajes usted?

1 comentario:

  1. Los automovilistas le tiran el auto encima a ciclistas, motociclistas y si se da el caso, en los cruces, a los peatones.

    Los motociclistas se meten por los resquicios entre los autos, lo que está prohibido, y estacionan en las veredas, que son para peatones.

    Ninguno de los dos anteriores respeta las ciclovías y bloquean los pasos de cebra care'raja.

    Los ciclistas circulan por las vereda a toda velocidad y algunos vacunas hasta le tocan la bocina a los peatones.

    Los peatones cruzan por el medio de la calle y llevan el coche de la guagua por la ciclovía.

    En resumen, la raza es la mala... la raza humana.

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