-¡Lo que pasa mamá, es que tu generación está cagada
de miedo y eso les impide ver que lo que protegen a rabiar es una
seudodemocracia!
-¡Cómo puedes decir
eso! - respondí molesta - mi generación sacó al dictador dije con aire de
superioridad
-Tu generación sacó al dictador- replicó ella -pero el
miedo los inmovilizó a tal punto que siguen temiendo subvertir el orden que
lograron, el orden que no es más que el mismo neoliberalismo que impuso el
dictador que sacaron. Si poh mami, sacaron al dictador, pero siguieron viviendo
en el mismo modelo que él impuso-
Me quedé en silencio pensando lo que esta chiquilla
pará en la hilacha me decía, fruncí el ceño, sin duda ella no tenía idea de lo
que hablaba.
-¿Qué sabes tú de miedo si sales en la mañana a la
Universidad segura y te juntas con quien quieras y opinas de lo que quieras?-
Le dije sarcástica
-¿Y eso que tiene que ver mamá?- respondió
-Me dices que mi generación está cagada de miedo y
claro, nosotros salíamos a estudiar y veíamos cada mañana en la entrada del
metro a militares metralleta en mano y cara pintada de guerra ¿no es eso
inmensamente amedrentador? Nosotros hablábamos bajito y solo con algunos muy
confiables (no fuera cosa que llegara a ser sapo). Tú y tu generación no saben
lo que es eso - Repliqué sin sacar la mirada del camino.
-Con eso solo me das la razón mamá- insistió ella
-Mira Valeria,
nosotros nos juntábamos a escondidas para confabular contra el dictador y soñar
con un país libre. Derrocar al dictador era nuestra consigna diaria y todo lo
demás pasaba a segundo plano ¡TODO! ¿entiendes?
Los carretes, el amor, la carrera, eran temas y actividades paralelas y
secundarias al objetivo que nos hermanaba. ¡Claro que teníamos miedo! Mucho
miedo, pero lo vencíamos porque de alguna manera sentíamos que estábamos colocados en un tránsito histórico y la
responsabilidad que eso significaba. Vencimos ese miedo, si no fuera así, aún
estaríamos en dictadura- le expliqué
-No lo vencieron mamá, solo derrocaron al dictador,
tremenda hazaña, pero eso no bastaba para el sueño que tenían, ¿tanto te cuesta
aceptarlo?, un poquito de humildad por favor- respondió ella categórica
No contesté, seguimos el camino un buen rato en
silencio, yo seguía molesta, pensaba ¿Cómo puede decir que mi generación está
inmovilizada de miedo alguien que nunca ha sentido el miedo a expresarse libremente?
-Mi generación creció hablando bajito porque “las
paredes tienen oídos” decían las mamás. Mi generación creció con noticias e historia oficial de la cual no
se podía disentir. Mi generación creció haciendo correr revistas clandestinas,
o haciendo silencio en la noche para escuchar la radio en onda corta que el
papá o la mamá después de mucho lograban sintonizar. Tú y tu generación no
saben lo que es eso, ¡no saben lo que es el miedo colectivo!- Le dije concluyente y continué
-Yo misma crecí sabiendo del amigo de mi papi que se
llevaron la noche anterior y del cual no se sabía el paradero; del papá de la
Cecilia al que sacaron del hospital un día y fusilaron al otro; de la tía de la
Pasi que está enferma y no habla con nadie porque la torturaron hasta casi
matarla. ¡Crecí con el miedo a que llegaran a buscar a mi papi!.
¡Hubo tantas
tardes de dientes apretados de rabia y lágrimas de impotencia recorriendo mi rostro
de adolescente censurada!
Tanta memoria que aún hoy me duele y quiebra mi
templanza…
Mi soliloquio terminó de forma abrupta cuando al
doblar en una calle divisé a un carabinero que levantó su mano y me hizo parar.
Un nerviosismo inexplicable se apoderó de mí. Me estacioné torpemente y bajé la
ventanilla con respiración agitada.
-Buenas tardes, sus documentos por favor- dijo el
carabinero
Sudor de manos, latidos cardiacos a mil, buscaba los
papeles con la angustia del que espera la guillotina sobre su cuello. ¿Por qué?
Yo tenía mi revisión técnica, seguro, permiso de
circulación y licencia de conducir, además sabía que no había cometido ninguna
falta. Aparentemente no había motivo para ponerme así, y sin embargo, siempre me
pasaba lo mismo en esa situación, claro que no me detenía en ello, lo vivía
como si fuera algo normal. Aunque no lo era.
El carabinero revisó mis documentos. Por el espejo
retrovisor vi que contrastó la patente del auto con el padrón, volvió hacia mí.
- Es una revisión de rutina- dijo el carabinero y me
devolvió los documentos. –Puede seguir no más-
Continué mi trayecto pensando en la razón de ese
nerviosismo cuando de pronto, como balde de agua fría la verdad se mostró
prístina ante mí y tuve que aceptarlo.
- Transitar 17 años en el terror deja la secuela del
miedo impregnado en la piel, y aflora como acto reflejo ante el más mínimo
recuerdo, como ahora frente al carabinero, aunque no hayas hecho nada. Cierto,
nos concentramos en derrocar al dictador, y tal vez derrochamos ingenuidad
pensando que eso era suficiente para vivir nuestro sueño de país libre- le
respondí con los ojos húmedos.
-Tal vez sea que nos gastamos toda la energía juvenil
en eso, no nos alcanzó para más- le dije y me eché a llorar
Mis ojos nublados y un nudo en la garganta me
obligaron a estacionar.
Mi hija tomó de mi mano, hizo además de decir algo y
sin embargo solo puso su cabeza en mi hombro.
Afuera hacía mucho calor, casi se podía ver reverberar
el sol en el asfalto. Nos quedamos así mucho rato, como temiendo interrumpir
ese momento, hasta que tomada de su mano decidí empezar a respirar futuro.
-Es cierto Valeria, mi generación está cagada de miedo-
le dije sin mirarla y respiré hondo
Hola, me llegó tu texto y me permito contarte como vivì yo mis miedos. Tuvimos que ser un poco inconscientes, irracionales, romper con la lógica prudencia que nuestros padres nos aconsejaron. Recuerdo el '73 y '74 haber pasado frente a la V división de ejército, yendo al colegio, con miedo de que leyeran mi rabia, que pudieran saber lo que pensaba y sentía.
ResponderEliminarTermminar con la dictadura nos costó a muchos la universidad. Me tomó años perdonarme por eso, alojé esa frustración junto al orgullo de haber sido parte de la movilización que derrocó 17 años de brutal dictadura. Al miedo, si, sólamente le di lugar despuès de una paliza, el '84 creo, en un bus de "fuerzas especiales". Y me tuve que sacar el miedo para seguir luchando, junto a mis amigos.
Esperábamos más de la democracia, tal vez la sobrevaloramos, tu hija tiene razón, nos paralizó el miedo, pero también nos desarticulamos, nos confiamos y la instalación del sistema era más fuerte de lo que creimos.
Te mando un abrazo, porque vivimos miedos parecidos, porque tuvimos valentìas parecidas y porque seguramente, todavìa creemos que un mejor pais y un mejor mundo son posibles y necesarios.
No es muy inteligente tu hija.Y está claro que se aprendió el discurso del Gamba.Nunca se le ocurrió a tu hija que a la gente le podía gustar el modelo? En Venezuela hay otro modelo y tuvieron que bypasear la voluntad popular para mantenerlo,porque la gente,ahí sí ha peleado por cambiarlo.Aquí la gente quiere cambios,pero NO cambiar el modelo.
ResponderEliminarMe parece que no has entendido nada, pecas de ignorante y tratar de poco inteligente a alguien porque no piensa como tú? Cara de raja jajaja
EliminarDesconocidx... Totalmente de acuerdo, lo de Norma se llama echarle pelos a la leche, pero que se puede esperar de gente así. Aaaaah buenísimo el texto, me transportó en el tiempo como un carrusel multicolor...
ResponderEliminarCreo que ambas tienen razon,el miedo nos acompañara siempre,a todos nos dio panico esa escena de una mujer forcejeando por el fusil de un milico en plena plaza Italia,jamas vimos esto en 17 años,creo que cada epoca tiene su merito.
ResponderEliminar