Han pasado 2 meses desde que te
dejé durmiendo en la cama, te di un beso de despedida y tú me sonreiste... fue
la última vez que te vi...
Había pasado yo varios duelos,
incluyendo el de mis amados padre y madre, pero no podía imaginar siquiera
cuanto me dolería el tuyo. He buscado muchas maneras de no caer en un pozo sin
fondo, por mis hijos, por ti, por mi, por nuestra historia infinitamente bella
y alegre, pero ninguna me ha funcionado mucho, aunque te prometo que le pongo
empeño.
Tratando de quedarme en la
alegría y el privilegio de haber vivido una gran y hermosa historia de amor con
un grande e imprescindible como tú, y no
en el desgarro de tu ausencia física, he decidido rescatar los recuerdos y
refugiarme en ellos, por eso hoy los escribo:
Había estado yo publicando una que otra cosa
en una revista virtual que conocí por twitter, la que estaba organizando una
fiesta. No estaba en mi mejor momento (había muerto mi papá, había ganado
Piñera, había dejado mi empleo querido y venía de romper una relación
sentimental tormentosa) así que decidí ir. Las entradas tenían un número, con
el cuál en medio de la fiesta se hizo un sorteo, tuve la suerte de recibir uno
de los premios, y me lo entregaste tú... fue nuestro primer contacto, que está
inmortalizado en una foto. Lo cierto es que no te presté mucha atención, solo
entendí que tú y otros 2 eran los organizadores de la fiesta y de la revista, días
después recordé que casi al final de esa noche te acercaste al grupo en el que
estaba e intercambiamos algunas palabras acerca de la gloriosa Universidad de
Chile.
Un día me escribiste un mensaje
interno en twitter, no sabía que eras tú, el mismo de la fiesta, porque tu foto
era una Mafalda con un letrero que decía Basta!, pero el mensaje era tan
simpático, que te contesté, y así no paramos de hablar 2 días completos. Me
pediste el correo y seguimos hablando, ahora por chat. Fue entonces que me
hablaste de mis artículos en la revista y yo supe que hablaba con quien me
había entregado el premio. Para ese entonces ya habíamos hablado de fútbol y de
política y hasta habíamos escrito un artículo a 4 manos. Para ese entonces ya
estaba encandilada con tu inteligencia y simpatía, tu alegría me contagiaba y
anhelaba volver a verte. Descubrimos que trabajábamos muy cerca, y me invitaste
a un café. Temblando como una quinceañera llegué a la cita, te divisé al
llegar, estabas en la última mesa, leyendo, levantaste la vista y sonreíste, y
te sonreí. No recuerdo de qué hablamos, solo sé que ya te amaba y deseaba que
me besaras, pero no lo hiciste. Me fuiste a dejar a la oficina y quedamos de
juntarnos al otro día. Así fue por 3 días, terminé tomando 4 cafés diarios...
-¿sabes?, yo prefiero el té- ¿té? ese
brebaje horrible que toman los enfermos? - jajajaja, ese mismo, tecito para mi-
Fue un Viernes después de varios
cafeces, teces y largas conversaciones en persona y por chat, de día y de
noche, cuando en un boliche de la calle Las Bellotas te acercaste a mi boca y
me diste el más hermoso, tierno y apasionado beso de amor... recuerdo tan
nítidamente ese momento, fue tan intenso que nos mirábamos, sonreíamos y
volvíamos a besarnos, con los ojos llorosos de la emoción de habernos
encontrado al fin, en la segunda mitad de nuestras vidas, después de varias
historias fallidas estábamos ahí, uno frente al otro besándonos como
quinceañeros, como si solo existíamos tu y yo, confirmando en ese beso que
éramos el uno para el otro desde siempre y para siempre -hoy tengo una reunión-
me dijiste -yo también tengo una, no me puedo quedar- respondí, y nos quedamos
mirando sin poder separarnos -¿Nos vemos mañana?, te invito a cenar- Me pasé todo el sábado esperando la hora en
que vendrías por mi, nerviosa, ilusionada, contenta, nerviosa! llegaste
puntualmente (siempre fuiste muy puntual) nos saludamos con un abrazo fuerte,
me subí a tu camioneta destartalada y me regalaste una caja de chocolates,
partimos, en un semáforo nos besamos apasionadamente nos miramos azorados y
entonces me dijiste "Somos cínicos y vamos a cenar, ¿o nos vamos de
inmediato al motel?" -mira tú, yo cínica no he sido nunca- te dije y te
besé otra vez. Así fue nuestra historia siempre, directa, transparente, sin eufemismos
ni secretos, mágica.
Mi vida sentimental había sido
bastante errática, por lo que estaba llena de miedos y a la defensiva, con baja
autoestima como compañera, pero tu me amaste tanto, que fuiste curando cada
herida del corazón, con paciencia, cariño y buen humor. Me sanaste el cuerpo y
el alma. Me centraste, me devolviste la alegría y el sentido de familia. Me
diste estabilidad emocional, cosa a la que yo no estaba acostumbrada, y que
varias veces me hizo sentir abrumada, hasta que lo hablé contigo y con un par
de chistes y besos me volviste a centrar.
Vimos muchas películas y series,
leímos juntos tardes enteras... tu con tu libro y yo con el mio, leyendonos el
uno al otro los pasajes que nos parecían interesantes o jocosos, lo mismo con
la poesía que con la novela. Contigo se podía hablar de todo, pasábamos de la
política a la historia, de un problema cotidiano a uno filosófico, eras duro en
el argumento, brillante, lúcido, culto, y yo te admiraba y te respetaba por eso
y por tu valentía y heroicidad no solo de aquellos oscuros días de la patria en
que te jugabas la vida por tus ideales y tomaste decisiones, sino porque nunca
dejaste de lado tus ideales y viviste siempre apegado a ellos, enfrentando
incluso la incomprensión del medio y sus costos, porque nunca te quedaste a la
vera del camino como espectador, porque nunca te "acomodaste". Cuantas
veces cantamos con el puño en alto mi amor!
Pocas veces te vi llorar, tan
solo cuando me hablabas de Pablo, tu hijo fallecido, y de todos tus compañeros
muertos en dictadura.
Ser tu compañera exigía estar al
día en todo y eso me hizo más fuerte en mis convicciones y mejor en el debate,
me hizo crecer y aprender, porque eras una enciclopedia andante. Las sobremesas
contigo eran exquisitamente largas y provechosas, mis hijos afinaron su
capacidad de argumentar y debatir, y a "reirse de los peces de
colores". Cualquier discusión (siempre producto de mis amarguras)
terminaba en unchiste tuyo y de ahí al ataque de risa y de ahí a los besos y a
la pasión. Los niños decían que éramos unos nerd porque nos hablábamos por
whatsapp todo el día y nos mandábamos caritas con besos y corazones rojos y
azules, azules claro, con una fanática de la U como yo no podías ser de otro
color, ver todos los partidos, gritar los goles, ir al estadio juntos, como te
dije una vez, que fueras de la U, hacía perfecto nuestro amor.
Nunca nos dormimos enojados,
nunca sin darnos un beso antes y no pasó
un solo día sin decirnos te amo. Siempre fue así, hasta ese fatídico jueves... estabas durmiendo
y yo me iba a trabajar, me acerqué a tu boca y te di un beso para despedirme,
tu te sonreíste y me fui, y fue la última vez que te vi...
Y ahora estoy aquí, aprendiendo
con dificultad a caminar la vida sin ti, buscando fuerza en la alegría que
desbordabas, en el privilegio de haber sido tu compañera y todos los recuerdos
de felicidad inmensa que me dejaste. No solo te amo, también me embarga un
profundo sentimiento de gratitud por lo vivido, y si el costo de ello es el
dolor que me embarga hoy, pues bien lo vale. Alex amado mio, te admiro te
respeto y te amo para siempre! y ..."tu sombra aún se acuesta en mi cama
con la oscuridad, entre mi almohada y mi soledad".
Querida Marta.
ResponderEliminar!Que hermosa narración...¡. Es lo que debes rescatar, los momentos felices que edificaron juntos y seguir viviendo con ellos no como una sombra de martirio, sino como la gracia de haber tenido la oportunidad de compartir con un ser que iluminó tu vida.
La vida continúa en su ritmo desenfrenado y estas Fiestas tienden a revivir añoranzas que solo ahondan la pena. Pero tu, eres una mujer fuerte y sé bien que saldrás adelante por ti y por tus hijas.
Ciertamente, el recuerdo es aún demasiado vívido y retorna en ti en ciclos desgarradores que te hacen cuestionarte y caer en una pena profunda.
Poco a poco se irá disipando, se dice que el tiempo todo lo atenúa; será tu tarea convertir esos recuerdos en parte de tu vida y grandeza para tu "alma" sin que neceseriamente jamas lo olvides.
El destino es inefable...y, si hay un "mas allá", te aseguro (por lo que narras) que Alex quisiera que superes esta triste experiencia lo antes posible y logres transmutarla en felicidad y fortaleza anímica.
Te envío un gran abrazo y hago votos porque encuentres el consuelo muy prontamente.
Leonardo