domingo, 22 de abril de 2012

¿Qué te Pasa? ¡¡ NADA!!


Me gusta ser mujer, pero hay 3 cosas que sin duda me harían más feliz. Podrán enjuiciarme de exagerada, o de superflua, pero estas 3 cosas por pequeñas que aparentemente se vean, debido a la frecuencia con que ocurren se transforman en una tortura.
Conversando con otras mujeres, me he dado cuenta que estos problemitas no son solo míos, he llegado a pensar que, en alguna comisión en tiempo inmemoriable  (a la que ninguna mujer asistió), se acordó que eran responsabilidad nuestra estas cosillas, y eso quedó tan asumido y grabado, que llega hasta nuestros días. Pues hoy, en el año 2011 reclamo mi derecho a no estar de acuerdo, y a que ustedes hombres, esposos, compañeros, amantes, pololos, hijos o cualquiera sea su rol en nuestra vida y ustedes niñas, adolescentes, hijas que lean este escrito catártico tomen conciencia de la tortura que nos hacen pasar, y entiendan el por qué a veces se nos frunce el ceño y andamos más calladas, y cuándo nos preguntan ¿qué te pasa? respondemos NADA. Claro, el nada es un escudo para no empezar a explicar todas las veces que este problema se ha repetido, para no enrostrarles su poca sensibilidad, porque no podemos creer que tengamos que explicar algo tan pequeño y tan evidente, y porque no queremos escuchar: ¡Y por eso tan chico te enojas!
Bueno, voy a describir estas 3 cosas.

1.- El caso del rollo de papel higiénico:
Por alguna razón que no logro comprender, me sucede muchas veces que entro al baño de mi casa y OH!! no hay papel. ¿Qué hago? Voy a buscar un rollo nuevo, saco el cilindro de cartón vacío, lo boto y pongo el rollo nuevo. Para no tener este problema, hace un tiempo compré un contenedor de rollo extra, de tal manera que nadie sufriera el traumático episodio de quedarse sin papel en el momento justo de necesitarlo y pasar por la humillación de gritar por ayuda para que alguien le traiga un rollo, y estirar la mano con la puerta semi cerrada para alcanzar el esperado papel, para que nadie en mi casa pasara por la incómoda situación de depender absolutamente del otro para resolver un tema tan humano.
No se resolvió la situación, lo que sucedió fue que si a alguno (que no sea yo) se le acaba el papel en el baño, saca el rollo de repuesto, ocupa la fracción que necesita y luego lo deja sobre el estanque, ¡sobre el estanque! eso, hasta que llego a entrar al baño yo, que saco el cilindro de cartón vacío, saco el rollo de encima del estanque, lo pongo en el porta rollo, voy a buscar un rollo nuevo de repuesto y lo pongo en el contenedor, y así, vuelve a ocurrir el ciclo una y otra vez.
Entonces, algo que para mi es de Perogrullo, al parecer no lo es para el resto de mi familia. Si se les acaba el papel ¿tanto les cuesta sacar el cilindro de cartón vacío y botarlo?, cuando sacan un rollo nuevo, ¿les cuesta mucho ponerlo en su sitio, es decir en el porta rollo? y por último, si ocuparon el rollo de repuesto, ¿porqué no van por uno nuevo y llenan el contenedor de repuesto? Yo creo que hasta en esto se nota el individualismo, no se piensa en el que va a entrar al baño después…

2.-El caso del vaso de agua (o cualquier otro bebestible):
Este es un problema diario, que además aumenta en la época de verano. ¿Qué hacen los demás cuando tienen sed? Van a la cocina, sacan un vaso, lo llenan con agua, se lo llevan al lugar en donde estén (dormitorio, living, comedor, escritorio, incluso patio) beben y lo dejan allí, si al rato vuelven a tener sed, repiten la misma operación, es decir, van a la cocina, sacan un vaso (¡otro vaso!) lo llenan con agua, se lo llevan a donde estén (que de seguro ahora es otro lugar), beben y lo dejan allí, y así se repite el ciclo una y otra vez
Cuando llego de mi trabajo, cansada y la mayoría de las veces con sed voy a la cocina por un vaso y no encuentro ninguno. Me paseo por las habitaciones de la casa recopilando vasos, los llevo a la cocina, los lavo todos y recién ahí puedo servirme mi deseado vaso de agua, que por supuesto ya no sabe igual… He dicho de todas las maneras posibles que esto no corresponde, que cada uno debe llevar su vaso y lavarlo pero no hay caso, por eso ya lo hago de una vez, pero como digo, así mi vaso de agua ya no sabe igual…

3.- El caso del cuchillo:
Otro problema diario. Cuando a alguien le da hambre fuera de horario, va a la cocina por algún tentempié, un pedazo de pan, una fruta, alguna cosita que “engañe el estómago”, la fruta la pelan o pican, el pan hay que abrirlo y untarlo con mantequilla o mermelada o lo que sea. Para todas estas acciones se necesita obviamente un cuchillo, ese mismo que después de usarlo queda abandonado en el lavaplatos. Como esta acción se repite con las diferentes personas del hogar y en distintos momentos del día, ocurre que cuando yo llego de mi trabajo no sólo no tengo un vaso, si no que además me encuentro con una serie de cuchillos con mantequilla, mermelada o fruta en el lavaplatos, ¡valor!
Comprenderán entonces que como yo, muchas mujeres llegamos a casa después del trabajo cansadas, queremos tomarnos un vaso de agua vamos a la cocina y nos encontramos con el lavaplatos llenos de cuchillos sucios, buscamos un vaso y no hay ninguno, vamos al baño y no hay papel, salimos con el ceño fruncido y una mueca en los labios, entonces nos preguntan, ¿qué te pasa? y contestamos ¡¡NADA!!  pensando en el individualismo del resto de la familia… esto claro es por un rato, porque después de cambiarnos los tacos por zapatos más cómodos y comer algo revisamos tareas, acompañamos el llene de las mochilas, hacemos el almuerzo para el otro día, supervisamos el lustrado de zapatos de colegio, organizamos el día siguiente, vemos de reojo algún programa de TV mientras reparamos una basta, twitteamos, hablamos por teléfono y preparamos en la ropa que nos pondremos al otro día, vemos que se acuesten los niños, acompañamos a cada uno un rato en su pieza, los observamos como duermen, y finalmente nos vamos a acostar, leemos menos páginas de las que quisiéramos de ese libro que lleva días en el velador y empezamos a cabecear, y a dormir.
Prometo que todo lo demás lo hago con cariño, y que no me quejo de eso, pero lo haría más feliz si al llegar a casa no encontrara los cuchillos, tuviera un vaso para beber y encontrara papel en el baño.

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