miércoles, 2 de mayo de 2012

¡SOCORRO! Una adolescente en mi casa


Hola, soy Marta y tengo una hija adolescente.
Escribo este artículo buscando contención  emocional entre las muchas madres que pasan por el duro trance de vivir con una hija entre 14 y 16 (aunque me han contado que el tiempo oscuro dura hasta como los 18, nooooooooooo).
No sé bien como pasó, mi niña un día me dijo buenas noches y al otro día se levantó y toda la ropa le quedaba chica… ahí empezó mi suplicio… es que a nadie le enseñan a ser madre, menos de otra mujer, menos de una que ha vivido una vida tan distinta a la de una…
Voy a tratar de explicar bien lo que me pasa, es que me siento atacada en muchos frentes, me desarma esta situación y por eso recurro a ustedes.
El primer conflicto vino cuando no estuvimos de acuerdo en algo, yo traté como siempre de explicarle como a una niña, con historias de cuando yo era chica, pero ella sin compasión alguna me dijo que no podía entenderlo porque ella no había vivido esas cosas. Balde de agua fría, me echó en cara de una vez y sin anestesia la inmensa brecha generacional, y no es de edad, es de mundos absolutamente distintos, porque claro, yo vi TV en blanco y negro, en mi infancia no había computadores ni mp3, 4 o 5 (ya ni sé en qué número van), yo escuchaba radio AM en un aparato que tenía perillas, y de lola, lo más moderno que tuve fue un personal estéreo. No existía el TV cable, por ello estaba obligada a ver los monitos animados y series que los apenas 3 canales que se veían bien desde mi TV quisieran poner y en los horarios que se les antojara. Mi generación no tomaba bebida gaseosa, a lo más los domingos, o en alguna celebración compartíamos los ¾ de litro que traía la botella de vidrio. Digo estas cosas y se me vienen a la mente mil más, todo un abismo de diferencias entre el mundo que ha vivido mi hija y el que viví yo, claro, difícil entenderse cuando provenimos de mundos tan distintos, difícil empatizar así… ¿cómo entiendo a alguien que estudia y busca información en internet mientras escucha música, baja canciones, habla por MSN con 15 compañeros a la vez, actualiza su facebook, twittea y hojea su cuaderno a la vez? , a veces sospecho que mi hija es una extraterrestre, es que nadie puede ser tan múltiple… yo ocupo el computador, pero con más de 7 pestañas a la vez me tupo y si le agrego 2 conversaciones de chat al unísono ¡colapso! No, así nadie puede…
Hasta hace muy poco nosotras éramos bien compinches regaloneábamos mucho, hablábamos largamente, veíamos TV abrazaditas, etc. De repente pasó que no le gustan más las mismas películas que a mí, me pidió que no le comentara sus fotos en facebook, tiene una vida social que me cansa de solo verla entrar y salir y bueno, me cansa también en mi rol de chofer (que para eso si me necesita). Lo cierto es que ahora cuando me acerco a ella, cuando la quiero regalonear o contarle algo o preguntarle algo ella no tiene tiempo, si no está estudiando (nada que decir, ella es top en sus notas) está leyendo (se lleva horas en eso) o está ensayando una canción, o tiene ensayo con su banda, o se va a la academia de canto, o tiene junta con sus amigas del colegio, o reunión del fans club, o le está haciendo clases de Inglés al vecinito de enfrente (así se gana sus pesos) o anda organizando alguna cosa, en fin, ya lo dije, me cansa…claro que justo cuando soy yo la que está muy ocupada a ella le viene un lapsus de amor absoluto por mí, y en una suerte de regresión casi es otra vez mi niñita de antes, con absoluta ternura me busca y me abraza, me besa y le baja una locuacidad interminable, quiere conversar conmigo y yo entiendo que no puedo moverme aunque el mundo esté cayendo, porque si lo hago me enrostrará que no le doy tiempo por unos 15 días más o menos. La tiranía de los adolescentes, hablan cuando ellos quieren y hay que aprovechar esos momentos pues después vuelven al mutismo rotundo e impenetrable por tiempo impredecible en el que otra vez una se siente un estorbo.
Se acerca a mí y me amedrento, no puede ser que tenga 14, ¡yo a esa edad medía la mitad que ella! Ah no y lo peor es que cuando hablamos ella me da argumentos tan sólidos que trago saliva por orgullo pero también, tengo que decirlo, por vergüenza. ¿Cómo crestas se le hacen entender las reglas de la casa a alguien que te argumenta con tanta vehemencia y fortaleza sus posturas y decisiones? Chuta, es difícil, en un arranque de infinita creatividad se me ocurrió un día decir que a mí nadie me había preguntado si estaba de acuerdo con detenerme en la luz roja, pero por el bien común necesitamos reglas para convivir, la cama se hace miéchica y no hay discusión. (Con eso he mantenido la fiesta en paz por ahora, paso el dato por si le sirve a otra mártir que esté pasando por este trance)
Para que les cuento lo del lenguaje, no, si yo puedo aprenderme la jerga, aunque ella ría diciendo que no la sé ocupar bien, pero hoy en día las palabras no significan lo mismo y me pierdo… lo primero es tratar de entenderlos porque tal como decía la canción (que por cierto ellos no conocen) “les da pereza abrir la boca” entonces hablan todo arrastrado y hay que ponerles mucha atención, no solo eso, además le cambian el sentido a las palabras, usan de muletilla el cómo, todo es cómo, nada es en realidad, y todo es demasiado, sin la connotación de excesivo “te amo demasiado amiga” “te queda demasiado bien esa falda”
Una vez llegué a la casa y ella estaba vestida con mi jeans preferidos y mi chaleco regalón, ¡¡horroroso!!, no sólo le quedaban bien, si no que ¡¡le quedaban muuucho mejor que a mí!! No hay derecho señores y señoras, la compasión es un valor que las adolescentes no conocen, su presencia hermosa, grácil y segura es un permanente recordatorio  de que ya estoy en la mitad de la vida (tomando en cuenta de que la esperanza de vida al nacer de las chilenas es de 85) y que el mundo en que viví ya no existe.
¿Qué me acuerde de cómo era yo a esa edad? Claro que me ponía pesada y llorona, pero yo sabía que los refrigeradores no venían llenos, planchar mi blusa y jumper era mi responsabilidad y no se podía discutir eso, o sea, a mi ni se me ocurría discutir eso, no había opción y punto.
Al menos mi hija no es de pasar en fiestas, no fuma, no bebe y no me levanta la voz, y todavía me dice mami (el día que me diga “viejita” fallezco)
El asunto es que es difícil, se me hace difícil y creo que ella y todos los adolescentes son unos plomos, tiranos, y poco compasivos con sus pobres madres y padres que están confundidos con estos cambios tan repentinos y radicales. Pucha… era tan lindo cuando yo era todo para ella, cuando lo que yo decía era ley, cuando me miraba con admiración y me seguía sin necesitar explicaciones… no es el hecho de que haya descubierto que no soy perfecta, ¡es que me lo enrostra! No es tanto problema que pida le explique cada decisión pero ¿es necesario que ella contra argumente sobre todas las cosas? ¡Hay cosas que son no más y punto por la miércale! Me encanta que sea tan bella, joven y todo lo que se ponga le quede bien pero… ¿tiene que ser tan sincera y representarme la grasita que se me ve sobre la pretina del pantalón?, ¿tiene que lanzarme frases así como: mami, te queda súper, pero  te ves como corta, como que te falta cintura… ay mami, ¡pero no te enojes! Puedo soportar que hable en lenguaje ininteligible, pero que no se moleste porque no le entiendo o porque le pido que me repita lo que dijo, puedo muchas cosas, sobre todo amarla, amarla y amarla, pero que no me pida que sea su amiga, porque yo siempre seré su madre (chanfle la cuestión difícil oh!)
Gracias por leer mi catarsis, y si están pasando por lo mismo, mi más sincera solidaridad y bueno, ayudándoles a sentir, ya saben, sólo es por unos pocos años…uf

No hay comentarios:

Publicar un comentario