Hola,
soy Marta y tengo una hija adolescente.
Escribo
este artículo buscando contención emocional
entre las muchas madres que pasan por el duro trance de vivir con una hija
entre 14 y 16 (aunque me han contado que el tiempo oscuro dura hasta como los
18, nooooooooooo).
No
sé bien como pasó, mi niña un día me dijo buenas noches y al otro día se
levantó y toda la ropa le quedaba chica… ahí empezó mi suplicio… es que a nadie
le enseñan a ser madre, menos de otra mujer, menos de una que ha vivido una
vida tan distinta a la de una…
Voy
a tratar de explicar bien lo que me pasa, es que me siento atacada en muchos
frentes, me desarma esta situación y por eso recurro a ustedes.
El
primer conflicto vino cuando no estuvimos de acuerdo en algo, yo traté como
siempre de explicarle como a una niña, con historias de cuando yo era chica,
pero ella sin compasión alguna me dijo que no podía entenderlo porque ella no
había vivido esas cosas. Balde de agua fría, me echó en cara de una vez y sin
anestesia la inmensa brecha generacional, y no es de edad, es de mundos absolutamente
distintos, porque claro, yo vi TV en blanco y negro, en mi infancia no había
computadores ni mp3, 4 o 5 (ya ni sé en qué número van), yo escuchaba radio AM
en un aparato que tenía perillas, y de lola, lo más moderno que tuve fue un
personal estéreo. No existía el TV cable, por ello estaba obligada a ver los
monitos animados y series que los apenas 3 canales que se veían bien desde mi
TV quisieran poner y en los horarios que se les antojara. Mi generación no
tomaba bebida gaseosa, a lo más los domingos, o en alguna celebración
compartíamos los ¾ de litro que traía la botella de vidrio. Digo estas cosas y
se me vienen a la mente mil más, todo un abismo de diferencias entre el mundo
que ha vivido mi hija y el que viví yo, claro, difícil entenderse cuando
provenimos de mundos tan distintos, difícil empatizar así… ¿cómo entiendo a
alguien que estudia y busca información en internet mientras escucha música,
baja canciones, habla por MSN con 15 compañeros a la vez, actualiza su
facebook, twittea y hojea su cuaderno a la vez? , a veces sospecho que mi hija
es una extraterrestre, es que nadie puede ser tan múltiple… yo ocupo el
computador, pero con más de 7 pestañas a la vez me tupo y si le agrego 2
conversaciones de chat al unísono ¡colapso! No, así nadie puede…
Hasta
hace muy poco nosotras éramos bien compinches regaloneábamos mucho, hablábamos
largamente, veíamos TV abrazaditas, etc. De repente pasó que no le gustan más las
mismas películas que a mí, me pidió que no le comentara sus fotos en facebook,
tiene una vida social que me cansa de solo verla entrar y salir y bueno, me
cansa también en mi rol de chofer (que para eso si me necesita). Lo cierto es
que ahora cuando me acerco a ella, cuando la quiero regalonear o contarle algo
o preguntarle algo ella no tiene tiempo, si no está estudiando (nada que decir,
ella es top en sus notas) está leyendo (se lleva horas en eso) o está ensayando
una canción, o tiene ensayo con su banda, o se va a la academia de canto, o tiene
junta con sus amigas del colegio, o reunión del fans club, o le está haciendo
clases de Inglés al vecinito de enfrente (así se gana sus pesos) o anda organizando
alguna cosa, en fin, ya lo dije, me cansa…claro que justo cuando soy yo la que
está muy ocupada a ella le viene un lapsus de amor absoluto por mí, y en una
suerte de regresión casi es otra vez mi niñita de antes, con absoluta ternura me
busca y me abraza, me besa y le baja una locuacidad interminable, quiere
conversar conmigo y yo entiendo que no puedo moverme aunque el mundo esté
cayendo, porque si lo hago me enrostrará que no le doy tiempo por unos 15 días
más o menos. La tiranía de los adolescentes, hablan cuando ellos quieren y hay
que aprovechar esos momentos pues después vuelven al mutismo rotundo e
impenetrable por tiempo impredecible en el que otra vez una se siente un
estorbo.
Se
acerca a mí y me amedrento, no puede ser que tenga 14, ¡yo a esa edad medía la
mitad que ella! Ah no y lo peor es que cuando hablamos ella me da argumentos
tan sólidos que trago saliva por orgullo pero también, tengo que decirlo, por
vergüenza. ¿Cómo crestas se le hacen entender las reglas de la casa a alguien
que te argumenta con tanta vehemencia y fortaleza sus posturas y decisiones?
Chuta, es difícil, en un arranque de infinita creatividad se me ocurrió un día decir
que a mí nadie me había preguntado si estaba de acuerdo con detenerme en la luz
roja, pero por el bien común necesitamos reglas para convivir, la cama se hace
miéchica y no hay discusión. (Con eso he mantenido la fiesta en paz por ahora,
paso el dato por si le sirve a otra mártir que esté pasando por este trance)
Para
que les cuento lo del lenguaje, no, si yo puedo aprenderme la jerga, aunque
ella ría diciendo que no la sé ocupar bien, pero hoy en día las palabras no
significan lo mismo y me pierdo… lo primero es tratar de entenderlos porque tal
como decía la canción (que por cierto ellos no conocen) “les da pereza abrir la
boca” entonces hablan todo arrastrado y hay que ponerles mucha atención, no
solo eso, además le cambian el sentido a las palabras, usan de muletilla el cómo,
todo es cómo, nada es en
realidad, y todo es demasiado, sin la connotación de excesivo “te amo demasiado
amiga” “te queda demasiado bien esa falda”
Una
vez llegué a la casa y ella estaba vestida con mi jeans preferidos y mi chaleco
regalón, ¡¡horroroso!!, no sólo le quedaban bien, si no que ¡¡le quedaban
muuucho mejor que a mí!! No hay derecho señores y señoras, la compasión es un
valor que las adolescentes no conocen, su presencia hermosa, grácil y segura es
un permanente recordatorio de que ya
estoy en la mitad de la vida (tomando en cuenta de que la esperanza de vida al
nacer de las chilenas es de 85) y que el mundo en que viví ya no existe.
¿Qué
me acuerde de cómo era yo a esa edad? Claro que me ponía pesada y llorona, pero
yo sabía que los refrigeradores no venían llenos, planchar mi blusa y jumper
era mi responsabilidad y no se podía discutir eso, o sea, a mi ni se me ocurría
discutir eso, no había opción y punto.
Al
menos mi hija no es de pasar en fiestas, no fuma, no bebe y no me levanta la voz,
y todavía me dice mami (el día que me diga “viejita” fallezco)
El
asunto es que es difícil, se me hace difícil y creo que ella y todos los
adolescentes son unos plomos, tiranos, y poco compasivos con sus pobres madres
y padres que están confundidos con estos cambios tan repentinos y radicales. Pucha…
era tan lindo cuando yo era todo para ella, cuando lo que yo decía era ley,
cuando me miraba con admiración y me seguía sin necesitar explicaciones… no es
el hecho de que haya descubierto que no soy perfecta, ¡es que me lo enrostra! No
es tanto problema que pida le explique cada decisión pero ¿es necesario que
ella contra argumente sobre todas las cosas? ¡Hay cosas que son no más y punto
por la miércale! Me encanta que sea tan bella, joven y todo lo que se ponga le
quede bien pero… ¿tiene que ser tan sincera y representarme la grasita que se
me ve sobre la pretina del pantalón?, ¿tiene que lanzarme frases así como:
mami, te queda súper, pero te ves como
corta, como que te falta cintura… ay mami, ¡pero no te enojes! Puedo soportar
que hable en lenguaje ininteligible, pero que no se moleste porque no le
entiendo o porque le pido que me repita lo que dijo, puedo muchas cosas, sobre
todo amarla, amarla y amarla, pero que no me pida que sea su amiga, porque yo
siempre seré su madre (chanfle la cuestión difícil oh!)
Gracias
por leer mi catarsis, y si están pasando por lo mismo, mi más sincera
solidaridad y bueno, ayudándoles a sentir, ya saben, sólo es por unos pocos
años…uf
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